lunes, 24 de agosto de 2009

EMPLEO Y GLOBALIZACION. Cap. I.

En línea con mis anteriores artículos de reflexiones, os voy a contar una serie de planteamientos que a lo largo de los últimos meses han ido adquiriendo fuera dentro de mi modo de entender la crisis actual que vivimos.
Empezare planteando a mis posibles lectores una pregunta que os debe hacer reflexionar y que al mismo tiempo debe servir de base para entender lo que esta ocurriendo en este mundo global.
¿Qué ocurriría si todas las personas tuviéramos nuestras necesidades básicas vitales y sociales ampliamente cubiertas? Es decir que pasaría si todos tuviéramos el coche que añoramos, el piso de nuestros sueños, el sueldo deseado, el horario laboral mínimo, etc. Que tuviésemos dinero para comprar nuestros caprichos, ir a cenar fuera todos los fines de semana o poder viajar, etc.

Reflexionemos un poco sobre la cuestión planteada. Pero es evidente que ante tal estado de bienestar común, si no tenemos necesidades que satisfacer no necesitaremos realizar un esfuerzo para conseguirlo. Dicho de otra forma si llegamos sobradamente a final de mes, para que dar horas extras. Parece perfecto el planteamiento, todos tenemos nuestras necesidades cubiertas, no hay que hacer horas extras por parte de ningún asalariado, por tanto, para aumentar la producción, no quedara más remedio que crear mas empleo. Mas puestos de trabajo bien remunerados, todos los ciudadanos tienen ampliamente cubiertas sus necesidades, todo la población que quiere trabajar, tiene un trabajo en condiciones perfectamente aceptables. En definitiva se puede llegar a conseguir el pleno empleo. Más riqueza y más bienestar.

Ahora bien, todo lo expuesto, que a priori parece razonablemente lógico y sería lo ideal, choca con un mundo global, porque ¿se puede alcanzar el estado del bienestar en todo el mundo y al mismo tiempo? Parece utópico y en realidad no deja de serlo, en el sistema capitalista, que rige los designios de la era moderna económica, no parece razonable que pueda funcionar el estado de bienestar del mundo occidental, sin que exista la pobreza y el subdesarrollo en los países o economías llamadas emergentes.

Por tanto ¿qué ocurre en el mundo occidental si tenemos que competir con las economías emergentes en la fabricación de cualquier producto o prestación de servicio?. Si los sueldos no son iguales en Marruecos que en España y no hay una regulación que pueda equilibrar el precio final del producto, la producción del mundo occidental, inequívocamente, estará condenada a sustentarse en el mundo subdesarrollado.

En definitiva sirva el primer capítulo para introducir al lector en la reflexión, que a lo largo de los próximos capítulos iré desarrollando, entre la relación de empleo y globalización.

No hay comentarios:

Publicar un comentario